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La llegada de Carmen de Burgos ‘Colombine’ a Almería en el otoño de 1913
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La llegada de Carmen de Burgos ‘Colombine’ a Almería en el otoño de 1913
2014 | Comunicación
La llegada de Carmen de Burgos ‘Colombine’ a Almería en el otoño de 1913
“Para mí han sido estos momentos de los más dulces de mi vida.” Carmen de Burgos
Hace ahora un siglo, a finales de octubre de 1913, Carmen de Burgos regresaba a España en el vapor “Infanta Isabel” después de tres meses de ausencia. Su llegada a la península, entrando por el puerto de Almería, se convirtió en un epílogo apoteósico de su viaje. Los periódicos de la ciudad venían dando noticia del éxito de sus conferencias en Canarias y de la gran acogida dispensada por autoridades e intelectuales insulares. A su vez, Canarias había sido una escala en su regreso desde Argentina, donde había cosechado un éxito previo con el ciclo de conferencias al que había sido invitada, como lo eran en aquellos años los más cotizados intelectuales españoles.
Estimulados por las noticias, los distintos organismos cívicos almerienses proyectaron un recibimiento que pudiera ser comparable. El día 31 de octubre se publicó una alocución del Alcalde de Almería invitando a los ciudadanos con encomiásticas palabras a participar en el homenaje: “De regreso a su pueblo natal, ostentando los laureles que otros pueblos extraños le han otorgado, es en nosotros obligado tributo de admiración y de justicia acudir al muelle a recibir, con los honores del entusiasmo popular, a una compatriota que en lejanas tierras ha honrado nuestro nombre” (El Popular, 31-X-1913).
El día de su llegada, El Popular publicaba en la primera página, junto a una gran foto, una semblanza de la autora en que se la emparentaba con Emilia Pardo Bazán y se recordaba, junto a su extensa labor periodística, su lucha a favor de la mujer (“por ella aprendieron muchas mujeres a pensar en un porvenir más amplio”), y su incesante viajar (“para vivir en los pueblos modernos, y aprender de ellos”).
El día 2 de noviembre todos los diarios reproducen el acontecimiento. El barco fondeó en la madrugada del día 1 en el muelle de Levante donde se aglomeraba el público: representaciones oficiales, asociaciones, la Federación local de Sociedades Obreras con representaciones de cada gremio, y no faltó la banda de música del Ayuntamiento. Se lanzaron cohetes, se agitaron banderas y la multitud aplaudió la aparición de Carmen de Burgos en la escala del barco, envuelta por los sones de la banda. Rodeada de su familia y seguida por una larga comitiva, se dirigió en automóvil hasta el domicilio paterno en Obispo Orberá, nº 5, donde fue visitada a lo largo del día por representantes de la sociedad almeriense. Por la tarde se celebró en el Casino un brindis con champagne “en honor de Colombine”.
Al día siguiente pronunció una conferencia sobre sus Impresiones de la Argentina, invitada por el prestigioso Círculo Mercantil e Industrial. Era la primera vez que hablaba ante sus paisanos y es fácil imaginar lo que supuso para Carmen, doce años después de su partida, esta calurosa acogida de la sociedad almeriense como reconocimiento público de sus méritos. En su intervención les reprochó suavemente el rechazo social que había sufrido en tiempos difíciles para ella:
“Para mí han sido estos momentos de los más dulces de mi vida. Me faltaba para alentarme en la lucha la aprobación de mi Almería. Cuando con bondad superior a mis méritos recibía aplausos de España y del extranjero, pensaba con dolor en mi tierra nativa y en la copla popular: «Para todos fuiste madre / y madrastra para mí».
Por eso, mi emoción y mi agradecimiento de hoy. Porque sois vosotros, mis paisanos, y porque es Almería, mi Madre, los que me acogen, los que me dais la bienvenida al poner la planta en la Península”.
La prensa almeriense recogía al día siguiente el contenido del acto: la concurrencia masiva, el éxito alcanzado, los aplausos unánimes, las “infinitas felicitaciones personales que recibió”.
Pero, ¿cuál había sido el camino recorrido hasta allí y cómo continuó después? Carmen de Burgos gozó de gran prestigio nacional e internacional y representó en vida el pensamiento libre, racionalizador y europeísta, que con tanta dificultad se abrió paso en España y que vivió un fecundo momento de esplendor durante el primer tercio del siglo XX hasta frustrarse con la Guerra Civil. Vinculada a la Generación del 98 por edad e inquietudes, representó con su labor la perspectiva de una mujer.
Recordemos especialmente su posición en el periodismo, en el que se había iniciado desde su llegada a Madrid en 1901, procedente de su Almería natal. Fue mujer de pensamiento y de acción, que defendió desde la prensa diferentes causas sociales y políticas, sobre todo, en favor de la mujer. Viajó incansablemente por Europa y América acumulando una vasta y rica cultura. Llegó incluso a presidir organizaciones feministas dentro y fuera de España (Cruzada de Mujeres Españolas y Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas).
Como escritora, en paralelo a los miles de artículos publicados en la prensa española y extranjera, creó una extensísima labor literaria y erudita, cercana a los dos centenares de títulos: ensayos, estudios literarios, biografías, libros de viajes, traducciones, libros de entrevistas; fue novelista de enorme éxito y una maestra en la creación de novelas cortas, de las que publicó casi un centenar, junto a varias decenas de cuentos y una decena de novelas largas.
La interpretación del mundo que nos transmite Carmen de Burgos al leer cualquiera de sus textos se corresponde con lo que llamamos la modernidad, es decir, una visión racionalista, antidogmática, humanista, que anhela siempre para el individuo el goce pleno de la existencia y el bien común en lo social, de ahí su estirpe ilustrada. Encarnó desde el principio la defensa de los derechos humanos, contra las guerras, contra la pena de muerte y las torturas, contra las formas de discriminación y de injusticia de los hombres y de las mujeres, a los que concebía como compañeros en un plano de igualdad. Su modelo se basaba en el sentido ético de la vida humana: “El progreso verdadero de los pueblos está en la ética”.
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