Apuntes sobre el discurso político-electoral
Antonio M. Bañón Hernández
Ética y servidumbre del periodista
Miguel Ángel Blanco Martín
Gabinetes versus periodistas
María José López Díaz
Decálogo para el buen gabinete de comunicación
Ana Almansa
No hay nada nuevo bajo el sol
Fina Martín
Periodismo por amor al arte
Ignacio Escolar
`Colgados´ en la web
R.A.
Un momento decisivo
Manuel Ángel Vázquez Médel
Los gráficos también se agrupan
Rocío Soria Kowarik
Envejecimiento activo, un reto para la comunicación
María del Mar Carrillo
Fotogramas de Palomares
Antonio Sánchez Picón y Jose Herrera Plaza
Del conflicto a la negociación
María del Mar Blanco
Perfil de Miguel Ángel Blanco
Ana Torregrosa Carmona
Periodismo por amor al arte
2007 | Comunicación
Periodismo por amor al arte
``¿De dónde sacarán el tiempo?´´ La exclamación, en sus distintas variantes más o menos sonoras, es una de las reacciones clásicas ante muchas de las cosas que suceden en Internet. La Red ha demostrado que la gente tiene muchísimo tiempo libre y ganas de trabajar gratis. Aún nos asombra. Cosas que hasta ahora se solían hacer por dinero –como escribir artículos para una enciclopedia, programar un complejo sistema operativo o traducir del inglés un capítulo de una serie de televisión- hay quien hoy las hace gratis por simple placer, por ayudar a los demás, por filantropía. Ahí está la Wikipedia, Linux o los subtítulos que se encuentran en el Emule de los capítulos de `Perdidos` que aún no se han emitido en España para demostrarlo.
Para nuestra fortuna o desgracia, el periodismo es otro de esos oficios que, de tan apasionante, hay quien encuentra tiempo y ganas para practicarlo gratis. Muchos lo hacen, cada día, en los blogs. Y aunque la gran mayoría de las bitácoras no son periodísticas, las hay también donde se publican cosas que no desentonarían nada en un diario de papel.
`Amateur` viene del francés y a su vez del latín, de la misma raíz que la palabra amor. Un amateur es aquel que hace algo por amor. ¿Y cuál fue el principal motivo por el que la mayoría de nosotros, los periodistas, eligió este oficio? Por pura pasión. La primera razón por la que un periodista hace bien en escribir un blog es para reencontrarse con su amante. Para redescubrir por qué eligió este trabajo tan mal pagado, tan sacrificado, tan mal visto y con tan alto índice de divorcios.
Pero la recompensa de escribir un blog va más allá de la leyenda romántica del periodismo. Hay buenos motivos técnicos para ello....... Además de ejercitar la herramienta, la palabra, es la manera más rápida y efectiva de descubrir una verdad necesaria para ser un buen periodista: nuestros lectores, en su conjunto, siempre saben más que nosotros.
En los siete años que trabajé en Telecinco, no conseguí ni una sola vez que un telespectador llamase a la centralita de la redacción para corregirme un error o recriminarme un fallo. Estoy seguro de que, en todo ese tiempo, metí la pata en muchísimas ocasiones pero nunca nadie se molestó en hacérmelo saber. Los telespectadores estaban muy lejos y por mucho que gritemos al televisor –una costumbre que comparto- la crítica jamás llega así a su destino.
En un blog es distinto. Es la misma diferencia que hay entre el cine y el teatro, entre tocar en un estadio o dar un pequeño concierto en una sala pequeña. El público, los lectores, están en primera fila y puedes escuchar sus críticas cuando desafinas. En un blog, basta con errar en un pequeño dato para que en poco tiempo alguien te saque los colores y te corrija en los comentarios. Al principio, en mi blog, me tomaba mal tanto descaro por parte de mis lectores. ¡Qué se habían creído! Luego descubrí que el equivocado, el prepotente, era yo. Si la pasión es la virtud principal de los periodistas, la soberbia suele ser también nuestro mayor pecado. Con un blog, os aseguro que se puede curar.
La tercera razón para escribir un blog es soñadora, tal vez utópica. La economía que nació con Internet elimina a los intermediarios. La Red acaba con las agencias de viaje en beneficio de las aerolíneas, elimina a las discográficas para fortuna de los músicos, cierra las sucursales para ganancia –como siempre- de la banca, ahora virtual. ¿Y a los periodistas? Aquí hay dos opciones: el sueño o la pesadilla. La pesadilla es que tal vez el intermediario a extinguir seamos nosotros, los periodistas, lentos dinosaurios frente a los amateurs, esa gente rara que trabaja gratis. El sueño es que llegue un día en que un periodista pueda ser su propio jefe, su propio medio, y vivir sólo de escribir un blog: de su pasión.
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