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2007 | Cultura
La Fea que enamora
Cuando, por allá por el año 1856, el artesano Antonio de Torres terminó de construir aquella guitarra, no quedó totalmente satisfecho. Cuando la templó, en una de las noches en que se sentaba frente a la ventana de su taller de la Cañada de San Urbano desde la que se divisaba el mar a lo lejos, a afinar sus creaciones, notó que sonaba de una forma especial, distinta a todas las que había hecho, pero no le gustaba la forma final que tenía. No la barnizó siquiera, nunca lo hizo. La colocó en el baúl donde guardaba los instrumentos y le puso de nombre `La Fea´.
Torres era, en el fondo de su alma, un luthier, pero el oficio no le daba para vivir y se tenía que dedicar a otros trabajos manuales. Tenía una tienda de cerámica, y hacía de todo lo que caía en sus manos. Pero cuando volvía a su taller seguía construyendo guitarras. Era ebanista. Conocía en profundidad la madera y los materiales con que se trabajaba, y no construía instrumentos, sino buscaba sonidos. Le obsesionaba el arte de entreverar la madera para sacar una resonancia o un acorde, el tamaño de las piezas y las cuerdas, las proporciones.
Había trabajado en Granada y Sevilla, aprendiendo el oficio y buscándose la vida, y había conocido a artistas, entre ellos a un paisano, Julián Arcas, quien se enamoró de sus guitarras y ya siempre tocó con ellas. Como instrumento, la guitarra estaba naciendo. España buscaba un instrumento que expresara su alma. Las vihuelas y demás instrumentos de cuerda comenzaban a dar paso, de un constructor a otro, de una ciudad a otra, a un sonido distinto. Se buscaba más riqueza cromática, armonías más amplias, un instrumento sencillo y cómodo para tocar, sin esos mástiles rebuscados de los instrumentos italianos que destrozaban los dedos a los instrumentistas.
Torres tenía algo en mente y lo buscaba en la madera. Escuchaba lo que hablaban y pedían los músicos, y así fue como, un día, finalmente consiguió con aquél instrumento de proporciones raras un sonido que dejó enamorados a quienes la escuchaban. Construyó muchas guitarras. Los músicos venían a comprarlas, y cuando escuchaban a aquella `Fea´ quedaban impresionados. Alguien le puso `La Leona´, y se le quedó. Torres, sin embargo, seguía en sus trece.
Nunca la vendió. Hizo guitarras famosas: la Emperatriz, la de Cartón, tuvo varias etapas y sus instrumentos variaron. Al morir, dejó escrito en su testamento que sus guitarras fueran vendidas `en su justo precio´. Por mediación de Tárregas, una de sus alumnas compró `La Fea´ y se la llevó a Valencia. Con el tiempo, `La Leona´ cayó en el olvido. Sólo quedó su recuerdo, que se convirtió en leyenda. Incluso se dijo que no había existido, que era sólo un concepto. Varios guitarristas llamaron `Leona´ a sus guitarras, contribuyendo aún más al equívoco. Y pasaron los años.
En 1981, un aficionado alemán de la guitarra, el doctor Erhard Hannen, se enteró de que `La Leona´ estaba en manos de la familia Solsona, en Barcelona, y que querían venderla. Asesorado por José Romanillos, compró el instrumento. La guitarra estaba en muy mal estado, su madera estaba muerta. Hannen buscó a la persona adecuada para restaurarla durante diez años No podía ser cualquier restaurador, tenía que ser alguien que comprendiera la técnica de la acústica de los instrumentos. Finalmente dio con un señor en Friburgo, especialista en restauración de guitarras antiguas, y le confió la `Leona´.
El proceso de restauración fue complejo. Entre otras cosas, a la guitarra se le levantó la tapa con el puente, se le fijó unos hilos, y se la colgó del techo de una habitación cerrada en la que se vaporizaron óleos etéreos para rehabilitar la madera. Tras varias semanas, las fibras recuperaron la capacidad de recoger y emitir humedad. Habían vuelto a la vida. Un año después, Hannen se la dió a Wulfin Lieske, un joven y talentoso guitarrista, también coleccionista de instrumentos antiguos, para que le devolviera su sonido.
Fue difícil, sobre todo al principio. Hubo que devolverle su alma, hacerla sonar, y eso requirió diez años de trabajo. Pero valió la pena, la Leona ya tiene dos discos grabados y es capaz de brindar conciertos completos. El Certamen Internacional de Guitarra Clásica Julián Arcas rindió un homenaje en su edición de 2006 a Torres, y tras muchas gestiones por parte de Cajamar, la `Leona´ pudo volver a Almería, 150 años después de haber salido de La Cañada.
Vino Stefano Grondona, uno de los instrumentistas que más guitarras de Torres ha tocado; vino Carles Trepat, con una guitarra propia de Torres; vino Hannen y vino Lieske con la `Leona´. En el concierto de la Catedral, ante un público que llenó todos los rincones del recinto, la primera guitarra moderna volvió a sonar en su tierra. Convertida la leyenda en realidad, ahora sólo nos queda desear que vuelva a visitarnos. Y que Almería redescubra como se merece a Antonio de Torres, aquel artesano de La Cañada que una tarde dió forma a este instrumento `feo´ en el que España encontró su música.
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Yolanda Galié
| 01/01/2014 | Email yolanda@karplus.com.arPágina subvencionada por la Diputación Provincial de Almería
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