En su primer disco, El Último de la Fila ya contaba, cantando, aquello de que ‘Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana’: con los bolsillos con telarañas cuesta escribir sonetos, por más que tengamos la convicción de que el alma necesita tanto combustible como el estómago. Así que una vez que la realidad nos ha obligado a aprendernos el mantra de que corren malos tiempos para la lírica -como decían otros de la época, Golpes Bajos- toca parafrasear a Quimi Portet y Manolo García para afirmar que cuando la crisis entra por la puerta (y por la nuestra entró, como esa esperada visita familiar que nunca sabes cuándo se marchará), la cultura sale por la ventana.
En cierto sentido, la cosa tiene su lógica: si hay que recortar fondos para salud, para educación, para infraestructuras, cómo no meter la tijera en algo que, dicen, sólo interesa a unos pocos. Motivos de la razón que el corazón no entiende pero que ha obligado a ajustar durante el pasado año programaciones, actividades y eventos que, muchas veces, persisten más por la ilusión de sus promotores que por el verdadero interés de las instituciones que las respaldan, más pendientes en ocasiones de salir sonrientes en la foto que de trabajar sufriendo en la sombra.
En la capital, dos citas culturales de sobra consolidadas, como el Festival Internacional de Tango y las Jornadas Astronómicas, no pudieron celebrarse en 2010 por culpa de la crisis aunque por suerte no han desparecido sino que según se anunció en su momento desde el área de Cultura del Ayuntamiento han pasado a ser citas bienales, por lo que este año deben volver a celebrarse.
Similar suerte corrió una iniciativa nacida en 2009, el Festival Internacional de Danza de Almería, con la Asociación Indanza, la Fundación Cajamar y el Ayuntamiento de la capital como organizadores y la Diputación provincial y las consejerías de Cultura y Turismo de la Junta de Andalucía en calidad de colaboradores. Si en su primera edición contó con figuras del renombre de Víctor Ullate, Ángel Corella y Antonio ‘El Pipa’, el proyecto pero no tuvo continuidad en 2010 tras la retirada de Cajamar. La directora del festival, Juana Dorado, expresó su deseo de que la cita regresara este año, en principio con el apoyo del Ayuntamiento capitalino y la Diputación.
Otro evento imprescindible en el calendario cultural, el Festival Internacional de Cortometrajes ‘Almería en Corto’, organizado por la Diputación provincial, también sufrió en su novena edición los envites de la crisis: 15.700 euros menos en premios –uno de ellos para la mejor dirección dotado de 5.000 euros y que patrocinaba la Fundación Unicaja- y recorte también en la duración: tres días menos que obligaron a condensar las actividades programadas, lo que no fue óbice para que perdieran su capacidad de convocatoria.
Pero si hay dos nombres propios que han estado más que presentes en los informativos y diarios de la provincia cuando se ha hablado de crisis y cultura han sido los de las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro y el Museo Casa Ibáñez de Olula del Río.
Antonio Serrano, director del ‘Siglo de Oro’ hasta el pasado septiembre, ya alertaba de la gravedad del asunto en abril de 2009, cuando afirmaba que “en la situación actual, las Jornadas no tienen futuro”. “Esto no deja de ser una cosa de buena voluntad, de unos muchachos que se reúnen y trabajan… Y eso, al menos por mi parte, se ha acabado”, confesaba en una entrevista.
Comenzó entonces una travesía por el desierto en la que las Jornadas -entonces, el segundo festival de teatro clásico más importante de España- parecían abocadas a morir. Tras el agónico llamamiento de los organizadores, en el que anunciaban estar dispuestos a renunciar por el “agobio económico al que se ha llegado por el evidente desinterés de algunas de las instituciones”, el mundo de la cultura comenzó a movilizarse para salvar la última bola de partido.
La respuesta popular, con su correspondiente eco en las redes sociales, y la inagotable esperanza de Antonio Serrano y su equipo lograron, por fin, que a primeros de marzo de 2010 pudiera presentarse el programa de la XXVII edición de las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro. Eso sí, con menos presupuesto, menos pueblos, menor duración y la ausencia de la Compañía Nacional, lo que se tradujo en que el festival almeriense dejaría de ser el segundo más importante del país en su género.
Una historia similar se vivió en torno al Museo Casa Ibáñez, cuyo director y presidente de la fundación homónima, el pintor Andrés García Ibáñez, anunció en agosto su intención de suspender sus aportaciones económicas a la gestión del museo, lo que imposibilitaría la apertura pública del centro y fijó la fecha del 31 de diciembre como punto de no retorno.
El movimiento social en la red, la creación de una plataforma ciudadana y las muestras de solidaridad incluso del sector empresarial (Miguel Uribe, presidente de Asempal, urgió a las administraciones a evitar el cierre) contrastaron con la falta de concreción de los apoyos prometidos por la Junta de Andalucía que García Ibáñez criticó en numerosas ocasiones, incluso cuando ‘in extremis’, antes de finalizar el año, se anunció que el Museo Casa Ibáñez seguiría abierto gracias a la entrada de la Mancomunidad de Municipios del Almanzora y el apoyo del Ayuntamiento de Olula del Río y la Diputación.
‘Siglo de Oro’ y Museo Casa Ibáñez, dos referentes que durante buena parte del año estuvieron en la UVI y que finalmente pudieron eludir la amenaza de la desaparición… aunque la salvación definitiva no llegará hasta que la crisis salga por la puerta y deje de ser una excusa para no poner a la cultura en el lugar de honor que se merece.