Los años de mayor transformación de la Universidad de Almería en todos sus aspectos han estado marcados por una circunstancia social como nunca antes había vivido el Campus de la Cañada desde su creación en 1993. En estos últimos años la UAL ha crecido en edificios hasta duplicar prácticamente su tamaño. Ha adaptado sus titulaciones al Espacio Europeo de Educación Superior, ha atraído a otros centros de investigación, ha empezado a abrirse camino en la senda de los Campus de Excelencia Internacional formando parte de grandes proyectos de investigación tal y como establece la Estrategia Universidad 2015 del Ministerio, y sobre todo, ha creado un nuevo mapa de titulaciones (grados y postgrados) muy prometedor a implantar en los próximos años.
Si la Universidad nació en un contexto de crisis económica, en 1993, el destino ha llevado a este joven campus a refundarse en el contexto de otra crisis al llegar a su mayoría de edad tras dieciocho años, ésta mucho más profunda que la anterior. Quizá esta provincia, tan acostumbrada a luchar contra la adversidad, deba seguir los pasos de su Universidad y refundarse con la crisis.
En estos dieciocho años hemos heredado un campus unificado que se ha convertido en una ciudad universitaria. Como reconocen muchos, quizá nos haya salido tan bien porque no lo hemos planificado así. Recuérdense los intentos que hubo de trasladar facultades y el rectorado al centro de Almería, incluso a otros municipios como Roquetas de Mar. Hoy, esa imagen de campus unificado y junto al mar se vende por sí sola y proporciona una imagen de progreso y de desarrollo para la provincia que sólo con el paso de los años seremos capaces de valorar. Es cierto que a la ubicación junto al mar no hemos sabido sacarle ningún provecho, más que como aparcamiento descontrolado, y quizá de aquí pueda salir otro de los elementos diferenciales de la UAL con respecto a otros campus a la hora de captar recursos y alumnos, auténtico caballo de batalla para el futuro de la institución en un campo en el que juegan 165 campus presenciales en España, y con descensos en el número de alumnos universitarios cada año.
A esto hay que añadir el acierto de insertar en el campus centros de investigación como la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC, el Ciesol (PSA-Ciemat-UAL), la sede científica del Parque Tecnológico, la creación de Institutos de Investigación: migraciones, cambio global, comunicación y biotecnología agroalimentaria, y levantado nuevos edificios como el Aulario IV, el CITIC, el CITE IV, Ciencias de la Salud, el nuevo Paraninfo y Rectorado, la nueva facultad de Económicas y Empresariales, o los nuevos accesos. Obras que en su inmensa mayoría fueron legadas por el anterior rector Alfredo Martínez Almécija, incluida su financiación.
Además, este pasado año 2010 la UAL ha conseguido entrar en el selecto club de los Campus de Excelencia Internacional, al que se presentaron 49 proyectos de 64 universidades de toda España. El campus agroalimentario, logrado junto a varios campus andaluces, es una de las mejores fórmulas en los tiempos actuales para que universidades pequeñas como la de Almería tengan herramientas sobre las que pivotar su futuro crecimiento ante el estancamiento en el número de alumnos matriculados. Proyecto que ha recibido 3,5 millones de euros para los distintos campus que componen el proyecto. Por el camino quedaron los intentos conseguir proyectos similares sobre Patrimonio Cultural y Natural, otro sobre Medio Ambiente, Biodiversidad y Cambio Global, y otro sobre el mar liderado por Cádiz.
El nuevo mapa de titulaciones es otro de los puntos fuertes del campus. Junto a Medicina, la titulación más exótica para los medios de comunicación locales y por ende para la sociedad, la Universidad de Almería ha aprobado un mapa de titulaciones muy vinculado al tejido productivo almeriense. La nueva oferta académica de la UAL contempla grados en energías renovables, biotecnología agroalimentaria, economía, actividad física y deporte, comunicación, educación social, historia, marketing, finanzas y contabilidad, ingeniería eléctrica y relaciones laborales. En total, a partir del curso 2012/13, la UAL ofertarán 38 titulaciones de grado, lo que hasta ahora habían sido diplomaturas y licenciaturas. Además, la Escuela Politécnica Superior ha perdido su nombre a favor de la “Escuela de Ingeniería”.
2010 también ha sido año electoral. Un año en el que Pedro Molina ha revalidado su liderazgo al frente de la Universidad venciendo con holgada diferencia a su oponente, el catedrático de Álgebra Blas Torrecillas. Molina no tuvo rival en un candidato que pretendía ser heredero de la candidatura de Carmelo Rodríguez cuatro años antes, pero que un cúmulo de factores muy largos de explicar hicieron que apenas si cosechara una tercera parte de los apoyos de Pedro Molina. El nuevo equipo, algo más reducido, tendrá que dar entrada a sectores-familias de distintas sensibilidades que coexisten en el campus y que aspiran a recuperar poder y con las cuáles se han pactado estas últimas elecciones universitarias.
La UAL es hoy la gran esperanza para salir del agujero económico en el que se encuentra esta provincia. Aunque muchos sigan viendo al campus como un ente muy lejano de la Puerta de Purchena, y por tanto ajeno a la vida almeriense, de sus aulas deben salir las empresas que más valor añadido generen a esta provincia, ideas para transformar esta sociedad, investigación para aplicar a sus sectores productivos, patentes y fórmulas para exportar nuestro conocimiento. No quiero decir que todos estos recursos tengan que salir del campus de la Cañada, pero sí una buena parte. Y hasta donde yo sé, no tenemos dinero para fichar a grandes estrellas, así es que, como le sucede a los equipos modestos en el deporte, debemos tirar de cantera.
Sin embargo tenemos un largo camino que recorrer en ese aspecto. Del millar de profesores que componen el campus no llega al diez por ciento los que se involucran en la vida social, cultural y económica de Almería. En una provincia con tantos frentes abiertos de gran calado: inmigración, agua, crisis económica, etc. son contadísimas las voces que hacen aportaciones para su gestión. Algunos esperamos de ellos mucho más que el verlos limitados a impartir sus clases.
Los alumnos son otra asignatura pendiente. Si bien es cierto que se ha impulsado el autoempleo, la creación de Empresas de Base Tecnológica (capítulo en el que la UAL es líder en Andalucía), creado un vivero de empresas en la sede del PITA, estamos aún muy lejos de conseguir que los estudiantes universitarios de Almería cotemplen el autoempleo como una opción tan a tener en cuenta como el preparar unas oposiciones o trabajar por cuenta ajena. En ellos está la esperanza de refundar esta provincia desde abajo para hacerla desencallar del acantilado en el que se encuentra desde hace tres años y a la que las olas golpean una y otra vez.
El pasado mes de enero la canciller alemana, Angela Merkel, ofreció al presidente de la Nación española la posibilidad de que jóvenes españoles cualificados y actualmente en el paro, se trasladen a Alemania para trabajar, como lo hicieron en el pasado sus abuelos cuando el país germano abrió sus fronteras para recibir a los llamados «Gastarbeiter» (trabajadores huéspedes). Quizá sea el síntoma más claro de a dónde hemos llegado como país. No sólo destruimos nuestros tejidos productivos sino que somos incapaces de crear nuevos. Y los pocos recursos que nos quedan los dedicamos a desarrollar cerebros que en lugar de contribuir al desarrollo económico, social y cultural de España (en este caso de Almería) los mandamos fuera para que lo aprovechen otros. Se estima que actualmente trabajan ya fuera de España más de 130.000 titulados superiores españoles, y con una tasa de paro juvenil que supera el 40% (50% en Andalucía) es de suponer que la cifra va a seguir creciendo en los próximos años.
Formar a un ingeniero de los que quiere Ángela Merkel para Alemania nos cuesta 50.000 euros. Los países desarrollados importan desde hace décadas mano de obra cualificada de países en vías de desarrollo, despojando a estas sociedades de su principal capital, el talento. Si seguimos sin ser capaces de crear empresas que generen valor añadido en España y dejamos escapar el talento estaremos invirtiendo en formar a jóvenes para que contribuyan a desarrollar otros países, y que sus ciudadanos puedan venir a España a un país de servicios a tomar el sol a bajo precio.
Y en esto la Universidad tiene mucho más que decir que toda la casta política que está todo el día en los medios de comunicación hablando de crisis, de empleo y de temas sobre los que no tiene una sóla idea que aportar a su solución que no sea la subvención y el clientelismo.