Domingo 22 Diciembre 2024

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Algarrobico y Macenas, símbolos del urbanismo menos querido


  

Antonio Fernández


Acantilados, una mirada hacia otro lado


  

Francisco Granados


POTA, guerra entre normas y grúas


  

Covadonga Porrúa Rosa


Eje transversal


  

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Spanair, viaje con nosotros


  

Fernando Cuadrado


Órdago a grandes


  

Javier Martínez


Una nueva forma de comercio


  

Mari Carmen Cerezuela


La hipótesis de la no casualidad


  

Armando García


El campo que viene


  

Antonio Hermosa


El valor añadido más importante


  

Javier Martínez


La alternativa más exótica


  

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Cajamar. Vía libre al futuro


  

Antonio Fernández


El timo de las estampitas


  

Blanca Aneas


Almerienses y triunfadores


  

Manuel León


Codo con codo


  

Iván Gómez


Perfil de Juan del Águila


  

Manuel Gutiérrez Navas




Artículos de este autor

No hay mal que por bien no venga


2009 | Urbanismo y medio ambiente



La crisis que viene


2008 | Crítica y Opinión



Algarrobico y Macenas, símbolos del urbanismo menos querido


2007 | Economía



Cajamar. Vía libre al futuro


2007 | Economía



La crisis que pagamos


2011 | Economía y Agricultura



Agricultura: las razones para sobrevivir a la peor crisis de este siglo


2013 | 



Cajamar. Vía libre al futuro


 

El día 28 de marzo de 2006 la antigua Caja Rural de Almería dejaba de existir para dejar vía libre a su ´hija´, Cajamar. A pesar de que el cambio de denominación era un hecho desde un año antes, lo cierto es que la escenificación del relevo se produjo cuando su fundador y presidente, Juan del Aguila Molina, se retiraba de la primera línea del juego financiero para ser relevado por uno de sus más fieles colaboradores, Antonio Pérez Lao, nuevo presidente de la entidad.

Un cambio que se producía después de que en el seno de la entidad se entablara un profundo debate sobre modelos y vías de crecimiento de la entidad en el futuro a corto y medio plazo. Esa batalla contaba con dos cabezas visibles, las de Juan de la Cruz Cárdenas y Mariano de Miguel, el uno apostaba por un proyecto más social, respetuoso con los orígenes cooperativos de la caja, y el otro por ´bancarizar´ Cajamar, con una estructura tecnocrática encauzada básicamente al negocio financiero.

Finalmente se impuso la historia y la filosofía de trabajo que han llevado a Cajamar a ser la primera caja rural española en sus cuarenta años de existencia, y Juan de la Cruz ganaba el pulso y, en consecuencia, el porder. Nombrado en la asamblea general del 28 de marzo del año pasado vicepresidente y consejero delegado, se convertía, junto con Antonio Pérez Lao, en el gran patrón de la nave financiera almeriense. Mientras, Mariano de Miguel asumía su derrota con una salida airosa de la caja en busca de nuevas aventuras profesionales en Madrid.

Probablemente la resolución del proceso sucesorio ha sido beneficioso para los socios de la Caja Rural, que ven cómo se apuesta por un modelo social que constituye, en gran medida, el éxito de la entidad en los mercados: cercanía al cliente, agilidad, diversificación de productos y la puesta en marcha de instrumentos de responsabilidad social corporativa, son algunas de las señas de identidad de Cajamar, que con la Fundación pretende, además, convertirse en un referente en los trabajos de investigación, estudio y ejecución de proyectos vinculados con el territorio y el entorno social y económico en el que desarrolla su actividad.

Tras la remodelación de los órganos directivos, Juan de la Cruz Cárdenas ha construido una nueva estructura en la que otro histórico, Fracisco Góngora, ocupa un papel destacado, al asumir el cargo de consejero delegado para el sector agroalimentario, un sector de especial importancia para la caja, puesto que en él descansan las raíces de la entidad.Aparecen además cinco nuevas direcciones generales, frente a la única anterior que ocupaba el propio Juan de la Cruz Cárdenas; son las de Negocio, ocupada por Manolo Yebra, la de Riesgos, a cargo de Jesús Martínez, la Financiera que dirge Javier Blasco, la de Recursos Humanos, bajo el mando de Manolo Foruria, y la de Medios, que queda en manos de Rafael García Cruz.

Los retos de la ´nueva´ Cajamar se basan esencialmente en la atención al cliente y a las líneas de negocio actuales, pero también en un proceso de expansión muy ambicioso, recogido en el Plan Estratégico 2007-2009, y dirigido al objetivo de llegar a finales de la presente década siendo una de las diez primeras entidades financieras españolas. Esa expansión se iniciaba hace algunos años con el Arco Mediterráneo como gran escenario de actividades. Esa meta prácticamente ya se ha conseguido, ya que Cajamar está presente en todas las provincias del litoral mediterráneo español (Cádiz, Málaga, Granada, Almería, Murcia, Alicante, Valencia, Castellón, Tarragona, Barcelona y Lleida).

En el horizonte de 2009 los planes en marcha prevén que la caja almeriese esté presente en 27 provincias repartidas por todo el territorio nacional, dispondrá de una red que se acercará al millar de oficinas, habrá multiplicado por 2´5 su actual volumen de negocio y sus márgenes de explotación sobre las bases de 2006 y contará con una plantilla que se calcula en torno a las 4.000 personas.

Se trata en realidad de la primera fase del proceso de crecimiento que se puso en marcha nada más terminar la asamblea general del pasado año, ya que los planes de futuro en plazos de seis o siete años más recogen comoobjetivo la presencia en la totalidad del territorio nacional, lo que permitirá a Cajamar jugar un papel protagonista en el mercado financiero español. Una declaración de intenciones que sorprende más por cuanto la prudencia ha sido una de las características del proceso de crecimiento de la caja, lo que lleva a pensar que exteriorizar la apuesta cuenta con unas bases muy sólidas de conocimiento del mercado y de la viabilidad de esos proyectos.

El primer balance dado a conocer tras hacerse efectivos los cambios relatados apuntan desde luego a un presente sólido, ya que en el último año Cajamar ha aumentado en más de un 21 por ciento su volumen de negocio gestinado, que alcanzó al terminar 2006 los 37.944 millones de euros, con una inversión creticia que creció un 18´6 por ciento con respecto al año anterior, hasta los 18.799 millones de euros, y unos recursos gestionados de 19.145 millones de euros, con un incremento interanual del 23´7 por ciento.

Por otra parte la ´mancha´ de aceite en que se ha convertido el proceso de expansión de la caja almeriense seguía aumentando con la apertura de oficinas en tres nuevas provincias españolas, las de Sevilla, Zaragoza y Albacete, lo que supone que el número de provincias con oficinas de Cajamar se acerca ya a la veintena, muy cerca del objetivo de 27 que se había marcado en su Plan Estratégico 2007-2009. Para atender las 772 oficinas con las que concluyó el año, la entidad disponía de una plantilla total compuesta por 3.556 personas, la mayor de entre todas las empresas e instituciones privadas existentes en Almería.

Con la caja en los talones

Quien no se desvincula de Cajamar es Juan del Aguila, un personaje clave en la historia económica no sólo de la caja, sino de la economía almeriense del último medio siglo. Tras ser fundador de la Caja Rural allá por el año 1966, Del Aguila ha pasado por todos los puestos de responsabilidad hasta que el pasado marzo decidía dejar la presidencia y dar paso a quienes como Antonio Pérez Lao o Juan de la Cruz Cárdenas han recorrido a su lado el camino que ha llevado a la entidad financiera almeriense a sus más altas cotas de crecimiento.

Pero Juan del Aguila no desaparece del panorama, posiblemente porque esa opción es un imposible en quien no ha parado en toda su vida. Desde el 28 de marzo del año pasado es el presidente de la Fundación Cajamar, un organismo creado para prestar un servicio a la sociedad que ha permitido el crecimiento de la propia caja. Servicio de Estudios y Estación Experimental de Las Palmerillas se integran en esta fundación, desde la que se impulsarán acciones de conocimiento y de desarrollo de planes de innovación o investigación vinculados con el territorio, un proyecto en el que los responsables de Cajamar tienen depositada mucha ilusión. 


 

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Este artículo fue publicado originalmente en el Anuario Crítico de Almería 2007, en la sección Economía


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