Cualquiera podría haber llegado a la conclusión de que el cambio temporal de ubicación de los comercios del mercado central no iba a ser positivo para nadie: para los clientes, que en su inmensa mayoría son vecinos del centro, y que no van a coger su coche para irse al Hiper Almería a comprar algo puntual: para los propios comerciantes, que lógicamente no van a vender lo mismo donde se encuentran ahora que en el corazón de la ciudad (algunos comercios hablan de un 60% menos de ventas), y para el propio Ayuntamiento, que es quien está acometiendo las reformas del histórico edificio del mercado central y, por tanto, quien se está llevando los ‘palos’ de comerciantes, ciudadanos y la oposición municipal.
Ahora bien, el viejo y centenario edificio que ahora se está rehabilitando estaba muy deteriorado (fue construído en el año 1892 y desde entonces apenas se han realizado obras de mejora), y eran los propios comerciantes lo que pedían a gritos una intervención seria. Entonces, ¿cuál habría sido la mejor solución?
El grupo municipal socialista ha sido una de las partes más críticas. De hecho, algunos ediles han manifestado públicamente sus dudas acerca de la buena labor del Ayuntamiento a la hora de ejecutar esta obra y de tratar con los comerciantes afectados.
“El Mercado Central es la locomotora que tira de todo el comercio, un foco de atracción económica del que se nutre todo el centro. Por eso, el Ayuntamiento tendría que haber calibrado mejor las consecuencias de un proyecto tan sensible para los vendedores del mercado y para los comerciantes de todo el centro de la ciudad”, ha dicho Adriana Valverde, concejal del PSOE, añadiendo que “era necesario acometer el proyecto, pero se tendría que haber hecho con plenas garantías para todos: con rigidez en la ejecución de las obras y con un programa para evitar pérdidas económicas a los vendedores y la supresión de un servicio de altísima calidad para los consumidores”.
Por tanto, la conclusión a la que llegan los socialistas de la capital almeriense está meridianamente clara: las ventas se han reducido a menos de una décima parte, algo absolutamente insostenible para los profesionales que trabajan allí.
“El Mercado Provisional no cubre las expectativas de negocio iniciales y muchos concesionarios de los puestos han tenido que abandonarlos. En mayo de 2009, había 145 puestos. Al provisional se han ido 120 y en el rehabilitado sólo habrá 101, con lo que 44 puestos se habrán quedado en el camino. Cuarenta y cuatro familias y decenas de puestos de trabajo perdidos”, sentencian desde el grupo municipal socialista.
Por parte del Ayuntamiento, reconocen que las ventas de estos comercios han disminuido, pero “como han disminuido los de cualquier negocio de la ciudad, debido a la crisis económica”. El edil responsable de Obras Públicas, Francisco Amizián, ha querido, además, dejar bien claro un aspecto “fundamental”, y es que “todas las decisiones las han tomado los propios comerciantes en asambleas: todas. Desde los equipamientos, los traslados, el espacio a ocupar por cada uno, etc. Han sido decenas de asambleas las que se han realizado, así que no se puede culpar al Ayuntamiento de actuar unilateralmente. Hemos hecho lo que pedían los propios comerciantes”, aclara el edil de Obras Públicas.
Además, para Amizián hay otro aspecto a tener en cuenta: el estudio que el Consistorio encargó antes del traslado al mercado provisional y a petición de los comerciantes, y que costó cerca de 450.000 euros. La finalidad de dicho estudio era, entre otras cosas, la de prever los niveles de ventas. “Por todo esto, creo que es injusto, además de absolutamente falso decir que el Ayuntamiento ha abandonado a su suerte a los comerciantes”, sentencia Amizián.
Hasta aquí, las impresiones políticas de los que gobiernan y los que hacen oposición. Pero, ¿qué opinan los más interesados, es decir, los comerciantes?
Hay que decir que hay de todo: desde los que culpan a los bancos, especuladores y a los créditos subprimes por provocar la actual crisis financiera, a los que culpan al Ayuntamiento de Almería por “haber gestionado mal los tiempos” pasando por lo que creen que la culpa de todo la tiene Zapatero. Muchos se quejan de que, en plena Navidad, sus ventas siguen lejos de alcanzar los niveles que tenían antes del traslado provisional. “Viene menos gente a comprar, y los pocos que vienen se gastan menos dinero”, es la queja más repetida entre los comerciantes.
Pero todos ellos coinciden en una cosa: que cuando, para finales de 2011, las obras del mercado central estén finalizadas y puedan volver a ocupar sus antiguos puestos, remontarán con sus ventas de carne, pescados, frutas, y demás productos.
Eso sí, sólo le piden una cosa al año 2011: que ni un solo comerciante más se vea obligado a cerrar su puesto porque no le sale rentable tenerlo abierto.