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Enamorados del poder
Todos los seres humanos nacemos con una inclinación a trascender. Debe de ser uno de los elementos integrantes del instinto de conservación de la especie. Puede que una forma de trascender sea influir en los demás; es como expandirnos a lo ancho, cuando lo habitual es perpetuarnos a lo largo: a través de la descendencia.
No todos los humanos desarrollamos esta capacidad de trascender en horizontal, pero entre los que lo hacen surgen los líderes. La palabra líder asusta un poco porque uno tiene la tendencia a pensar que sólo hay líderes en las altas esferas, aunque lo cierto es que el fenómeno del liderazgo se da a todos los niveles. También, claro, a nivel local.
El año que vivimos nos trae esta vez una nueva versión de las elecciones municipales. Coincide con los finales de Mayo. Almería tiene ciento dos municipios, regidos en estos momentos por sus correspondientes líderes políticos. Algunos están al frente de la alcaldía gracias a las diversas alianzas entre partidos y otros lo están porque son, además de alcaldes, auténticos líderes políticos cuya permanencia en el poder se extiende en el tiempo. Seis de ellos aspiran a continuar en el cargo. Y en otro municipio, Carboneras, se presentará a alcalde un hombre que lo ha sido durante mucho tiempo aunque en estos momentos no ostenta el bastón de mando.
No creo que sea curiosidad malsana saber qué anima a estos políticos a seguir presentándose a las elecciones después de una dilatada permanencia en el sillón. Así que plantemos, además de la pregunta relativa a las razones que los animaban a volver a presentarse, otras retrospectivas sobre los momentos más gratos y los más desagradables que habían vivido como alcaldes.
Pero las muchas ocupaciones de los regidores municipales les han impedido a algunos contestar a unas sencillas preguntas. Parecía ineludible recabar la opinión de personas como Cristóbal Fernández, aspirante una vez más a la alcaldía de Carboneras. Pero este hombre, condenado por los Tribunales e indultado por el Gobierno Central, nos ha hecho saber, a través de un intermediario, que no puede contestar a las preguntas. Otros, como los alcaldes de Níjar y Roquetas han sido tan diligentes que han sorprendido por su rapidez. De algunos otros, después de muchos intentos fallidos, hemos tenido que renunciar a conocer su opinión porque el cierre del Anuario hacía imposible contar con sus puntos de vista.
Lo menos que se le puede preguntar a un alcalde, que lo es desde hace tiempo, es cuál ha sido su mayor alegría en el ejercicio del cargo. Joaquín García, máximo regidor de Níjar, lo tiene claro: “recibir la confianza y el cariño de mis ciudadanos, legislatura tras legislatura, para regir los intereses de los mismos.”
Como se ve, este hombre piensa más en lo que recibe que en lo que da, que es justamente lo contrario de lo que hace Gabriel Amat, alcalde de Roquetas, quien no duda en señalar como su máxima satisfacción: “el haber aumentado la calidad de vida de los ciudadanos y el haber dotado al municipio de infraestructura suficiente para que Roquetas de Mar no sea sólo atractivo por el sol y la playa, sino que además cuente con otros condicionantes que atraigan al turismo mundial.” Coincide con Amat en su enfoque Antonio Bonilla, alcalde vecino: “es el Bulevar “Ciudad de Vícar”, que marcará un antes y un después, y que será la base de la Vícar moderna a la que todos aspiramos”. Y no se recata al declarar que esa obra es la de “mayor envergadura que el municipio ha afrontado en toda su historia”.
Pero el gobierno de una ciudad no sólo da satisfacciones; también hay momentos desagradables. Joaquín García apunta directamente al partido contrario como responsable de sus cuitas: “el comportamiento del Gobierno Central del PP para con mi Ayuntamiento y sus ciudadanos.” Y, entre los muchos argumentos, exhibe algunos concretos, como la paralización del Paseo Marítimo de S. José, la no autorización del refugio pesquero en la Isleta del Moro y hacer oídos sordos a tener agua desalada en la comarca de Níjar (sic). También habla de la anulación del Plan Especial del Litoral y el trazado del AVE. Pero tampoco la Junta de Andalucía se libra de sus reproches por “no cuantificar las compensaciones con la Declaración del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar”. En Gabriel Amat se percibe un malestar interior cuando afirma: “Me he sentido criticado y difamado sin ningún fundamento.” Y añade un elemento reivindicativo para los que ostentan el poder: “Creo que este es el principal problema que sufrimos los representantes institucionales, porque a veces te sientes impotente para poner fin a estas situaciones.” Antonio Bonilla apunta directamente a su predecesor y lo hace con dureza: “el secuestro de la Corporación Municipal de Vícar como consecuencia de la retirada de sus actas a dos concejales elegidos por el pueblo por parte del entonces alcalde, en un acto despreciable que debemos evitar que vuelva a repetirse.”
Finalmente, nos parecía ineludible conocer las razones por las que estos políticos aspiraban una vez más al bastón de mando. Y aquí ha habido una esperada unanimidad: terminar los proyectos en curso. Pero a eso se añaden determinados matices. Para García, pesan mucho las expectativas de sus compañeros de partido (“la confianza que depositan mis compañeros/as del PSOE”), así como la de sus convecinos. Amat está ya pensando en nuevas realizaciones (el hospital y la ciudad deportiva). Bonilla apunta a valores trascendentes (“el amor por mi pueblo y mi vocación de servicio”).
Éstas son las respuestas de los tres alcaldes que han querido pronunciarse. Han recibido, no sólo la invitación, sino reiteradas llamadas a sus respectivos gabinetes de prensa estos otros alcaldables: Jesús Caicedo (Cuevas del Almanzora), Mª Dolores Muñoz (Pulpí) y Juan Enciso (El Ejido). Además del ya citado Cristóbal Fernández (Carboneras). Han sido los que, por haber ejercido durante más tiempo el cargo, el Consejo de Redacción del Anuario ha creído merecedores de este trabajo. Como ven, Almería cuenta con líderes locales. Aunque esto del liderazgo ha cambiado mucho como consecuencia de las batallas internas dentro de cada partido y de que esta tecnificada Democracia de listas cerradas no siempre deja sitio al verdadero líder natural.
En cualquier caso, el asunto de fondo no es tanto el del liderazgo, sino el de la permanencia en el poder. Pero, reconociendo la legitimidad de todos ellos a seguir dirigiendo los destinos de sus respectivas corporaciones municipales, también es posible hacer otras consideraciones. A todos nos gusta creernos que verdaderamente influimos en nuestros conciudadanos, trascendiendo horizontalmente, es decir, haciéndolos beneficiarios de lo mejor de nosotros mismos. Ocurre, sin embargo, que las inercias son malas. Y, aparte de que el cementerio está lleno de gente imprescindible, me cuesta creer que, en un lugar tan propicio a dar magníficas cosechas, no haya muchos buenos talentos a los que, tal vez, convendría darles la oportunidad de demostrarlo.
Lo importante en definitiva es que los ciudadanos, no sólo los políticos, esperen las elecciones municipales como agüita de mayo.
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