Portada diseñada por Quinita Villacampa. Obra finalista del certamen de obra gráfica "Día de la libertad de Prensa".
La Asociación de la Prensa y la Escuela de Arte, convocaron el I Concurso de Obra Gráfica. El requisito imprescindible fue que todas las obras estuviesen inspiradas en el artículo 20 de la Constitución. La portada de este Anuario, finalista de dicho certamen, representa un ratón de ordenador arrastrado por una cadena de grandes dimensiones.
Naturaleza al límite
Yolanda Torrente
A solas con el mar
Mónica España
El espejismo del Almanzora
Paqui Martínez
Ley seca... en la calle
Noelia Lázaro
Otro cine es posible
Evaristo Martínez
Turismo de golf: verdades y mentiras. En busca del hoyo uno
Sonia Arráez Fernández
Año negro para tres de las pocas industrias de Almería
África Mateo
El ladrillo, nueva especie protegida en el Parque
Guadalupe Sánchez
Lucha integrada, volviendo a las raíces
Juanma López
Residuos en pimiento. De crisis a oportunidad
Armando García
Un sueño cumplido
Antonio Verdegay Flores
La brecha sanitaria
María José Uroz
El lío de las tortugas
Jesús Pozo
El pollo del Toyo
Elio Sancho
¿Qué es lo que falla?
Lola López
Los cementerios salen del túnel del tiempo
Ana Galera
Un solitario por `obligación´. Perfil de Jesús Peñalver
Elena Torres
Estrategia a la deriva
2009 | Sociedad
Ley seca... en la calle
2008 | Análisis y Reflexión
Control entre dos orillas
2007 | Sociedad
Abierto al público, pasen y vean
2013 |
Ley seca... en la calle
Sentarse frente al papel o el ordenador para iniciar un artículo no es nada fácil. Cuando decidí escribir para este Anuario de 2008 sobre el Botellón no me pareció un asunto demasiado complicado sin embargo la credulidad en esta ocasión me ha jugado una mala pasada.
Todas las posturas posibles me han parecido acertadas a la par que erróneas, fáciles de entender y complicadas de analizar pausadamente. Mi decisión ha sido situarme por qué no, en cada uno de los personajes, las escenas y los argumentos protagonistas del más digno culebrón del año.
PRIMERA OPCIÓN: LA VECINAL.
No sé si es demasiado antiguo eso de que las libertades individuales de uno terminan donde comienzan los derechos del otro. Sin duda se trata de una frase de manual de los abuelos que nos viene al dedillo para la ocasión. Tras una semana intensa de trabajo, un ritmo vertiginoso diario llega el fin de semana. Tiempo a priori que uno va a dedicar a la tranquilidad o a recargar pilas para comenzar de nuevo. Llega entonces un viernes cualquiera. El descanso en pleno centro de la capital se convierte en casi una utopía. La afluencia masiva de gente bajo mi ventana, sus charlas animadas, sus coches con música “sin reparos” terminan, tras cuatro horas ininterrumpidas de sesión, convirtiéndose en dolor de cabeza, enfado y finalmente obsesión. Llegan los tapones en los oídos para conciliar el sueño y las protestas acumuladas.
Pero claro, no termina ahí la cosa. Tras una noche de marcha “pasiva” me toca lidiar con la triste estampa matutina. De los paseos a primera hora por un Parque con historia ni hablar, de llevar a los más pequeños a la fuente ni hablar, de hacer deporte o pedalear en bici ni hablar. En el día después de la batalla sólo quedan ganas de bajar con escoba y recogedor para ayudar a los operarios de limpieza a quitar los centenares de botellas de cristal, vasos, bolsas y otros enseres que ha quedado arrojados en el suelo, justo al lado de los tres únicos contenedores que encontramos en un prolongado Parque.
Es una escena diaria a la que hay que hacer frente. Es la Administración quien debe ponerse manos a la obra y solucionar una situación en la que el derecho al descanso de unos y el derecho a la diversión de otros entra en conflicto. Escuchadas las demandas, el Parlamento Andaluz decide el 11 de octubre de 2006 atajar el problema. Con los votos exclusivos de los socialistas se aprueba la llamada Ley de potestades administrativas en materia de actividades de ocio en los espacios abiertos, una normativa que regula el uso de las bebidas alcohólicas en las calles de la ciudad, bebidas que sólo podrán ser consumidas en los espacios habilitados para tal fin.
Y aquí llegaron las dudas. Es decir, hasta ahora habíamos hablado de suciedad, que molesta, de aglomeración de jóvenes, que molesta, de ruido, que molesta y de falta de higiene, que sin duda molesta, pero, ¿alguien ha hablado de bebidas alcohólicas? Y claro, esto es un matiz importante porque ¿y si desde ahora se siguen sucediendo las mismas concentraciones, los mismos ruidos y la misma suciedad pero en esta ocasión sin bebidas?. Esto claro nos lleva evidentemente a situarnos en la segunda de nuestras posturas.
SEGUNDA OPCIÓN: LOS JÓVENES.
Por fin llega el viernes, los más afortunados los jueves. Tiempo de tregua, de decir adiós a los libros, exámenes o trabajo y quedar con los amigos. Aprovechamos para encontrarnos y compartir experiencias, charlar, divertirnos y hacer nuevas amistades.
Descartado está quedar en casa de Juan porque vive con sus padres o de María porque somos demasiados y no hay espacio. La mejor opción marcharnos hasta el Parque allí hay lugar suficiente para poder juntarnos. Risas, música y buen ambiente que acompañamos con bebidas a precio asequible para unos bolsillos casi siempre justos o vacíos y botellas con contenidos elegidos, seleccionados por nosotros mismos. Pasadas las horas, llega el momento de trasladarse a los bares donde bailar y concluir una noche cualquiera anterior a octubre de 2007.
A partir de entonces llegan nuevos tiempos. El Ayuntamiento almeriense, pone en marcha la llamada Ley Antibotellón. Un bando municipal firmado por el alcalde anuncia que desde ese momento todo aquel que consuma bebidas alcohólicas en la vía pública estará sancionado. Mis dudas ahora, claro, son otras: si no bebo ¿mis reuniones con los mismos amigos en el Parque podrá realizarse a pesar de los ruidos?, si no hay habilitado un botellódromo, como es el caso, beberemos en casa porque ¿ahí si que no importa el consumo que hagamos? y a unas malas nos machamos a la discoteca donde ¿a quién le preocupa que nos cobren el triple por un copa de cuya calidad muchos ojos desconfían?
TERCERA OPCIÓN: LA POLÍTICA.
Los vecinos se quejan sin descanso, lo hacen con razón. Cansados de años con la misma problemática piden que se pongan soluciones, que se habiliten alternativas para un ocio, el de los jóvenes que los acaba perjudicando.
Tras una petición sin igual, (común de los 8 alcaldes de capitales de provincia andaluza) llega la decisión autonómica; una Ley que no satisface a ninguna de las partes pero que como manda la normativa hay que aplicar. Claro esta que su llegada y entrada en vigor tendría lugar casi articulando aún la maquinaria de los nuevos (o mismos) equipos de gobierno municipales. Previo a tan democrática cita, la de las urnas, ya había habido algunos intentos.
Ubicaciones alternativas que pasaban en primer lugar por el Puerto de la Capital. Primera propuesta a todas luces equivocada; o acaso se imaginan a los jóvenes divirtiéndose junto a los primeros pescadores, o a los jóvenes dando la bienvenida a los turistas de crucero, o a los jóvenes acompañando a los inmigrantes en su paso por el estrecho o mejor, a los jóvenes cayendo al mar por eso de hacer la gracia (sin ninguna) a los amigos. Propuesta desestimada.
La segunda poco menos que osada. Traslado del botellón a los aparcamientos del Estadio de los Juegos Mediterráneos. Sólo con oír la posibilidad los vecinos inician recogida de firmas, protestas sonadas y reuniones sin tregua con el Consistorio. No es de extrañar si la idea llega avalada por atributos como el ruido, la suciedad, los malos olores … Propuesta desestimada.
La tercera iniciativa era un intento casi a contrarreloj de habilitar un espacio. Y es que seamos sinceros ¿alguien creía de verdad que se iba a dar luz verde a un proyecto basado en habilitar vallas de hierro, como si de una cárcel se tratara, en un espacio emblemático junto al Cable Inglés?. Propuesta desestimada.
Llega por fin la entrada en vigor de la Ley reguladora del consumo de bebidas alcohólicas en la calle. Ante la falta de consenso, de alternativas al Parque el consumo es prohibido, eso sí de manera temporal. Entretanto se ponen sobre la mesa propuestas de ocio para los jóvenes, políticas que se combinan con la posible puesta en marcha de la Hora Feliz, ya saben, eso de dos copas por el precio de una. Y ahora sí, ahora si que no entiendo nada.
Conclusiones
A estas alturas, con la entrada en vigor de la normativa, con la prohibición de beber (alcohol que no se olvide) en la calle y sin botellódromo me pregunto ¿cuál era el problema inicial, consumir bebida o reunirse en las calles?.
Si la respuesta es la primera me pregunto: ¿por qué si consumir en los establecimientos?,¿por qué si hacerlo en fiestas populares?, ¿por qué si hacerlo en casa?, ¿por qué apoyar desde las administraciones el dos por uno?, ¿por qué no educar desde pequeños?.
Si la respuesta es la segunda me pregunto: ¿por qué no preguntar a los jóvenes qué quieren hacer?, ¿por qué no proporcionarles un espacio amplio de encuentro?, ¿por qué no darle propuestas de ocio, alternativas nocturnas que cumplan con sus expectativas y demandas propias de la edad?, ¿por qué no educar desde pequeños?
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