Portada diseñada por Quinita Villacampa. Obra finalista del certamen de obra gráfica "Día de la libertad de Prensa".
La Asociación de la Prensa y la Escuela de Arte, convocaron el I Concurso de Obra Gráfica. El requisito imprescindible fue que todas las obras estuviesen inspiradas en el artículo 20 de la Constitución. La portada de este Anuario, finalista de dicho certamen, representa un ratón de ordenador arrastrado por una cadena de grandes dimensiones.
Naturaleza al límite
Yolanda Torrente
A solas con el mar
Mónica España
El espejismo del Almanzora
Paqui Martínez
Ley seca... en la calle
Noelia Lázaro
Otro cine es posible
Evaristo Martínez
Turismo de golf: verdades y mentiras. En busca del hoyo uno
Sonia Arráez Fernández
Año negro para tres de las pocas industrias de Almería
África Mateo
El ladrillo, nueva especie protegida en el Parque
Guadalupe Sánchez
Lucha integrada, volviendo a las raíces
Juanma López
Residuos en pimiento. De crisis a oportunidad
Armando García
Un sueño cumplido
Antonio Verdegay Flores
La brecha sanitaria
María José Uroz
El lío de las tortugas
Jesús Pozo
El pollo del Toyo
Elio Sancho
¿Qué es lo que falla?
Lola López
Los cementerios salen del túnel del tiempo
Ana Galera
Un solitario por `obligación´. Perfil de Jesús Peñalver
Elena Torres
Año negro para tres de las pocas industrias de Almería
2008 | Análisis y Reflexión
Un camino de rosas y espinas
2007 | Almería y provincia
Año negro para tres de las pocas industrias de Almería
Holcim, Briseis y DSM Deretil son tres de las principales industrias de Almería. En el año 2007, estas tres empresas han recibido duros reveses, por distintos motivos, de los que tardarán en recuperarse. La muerte ha visitado a dos de estas industrias, a la cementera de Holcim en Carboneras y a la fábrica de perfumes de Briseis en Benahadux. En el caso de DSM Deretil, el golpe no ha venido de la mano de los accidentes laborales; el cierre parcial de la fábrica de Villaricos y la sombra de decenas de despidos golpea a diario la cabeza de sus más de 200 trabajadores.
Es probable que la ralentización en la construcción le haya hecho vender menos cemento a Holcim en el año 2007. Pero para eso estaban preparados. Lo que no esperaban los máximos responsables de la cementera de Carboneras es que un pequeño fallo técnico desencadenara uno de los accidentes laborales más trágicos que recuerda la provincia de Almería. Aquél 5 de julio se rompió la normalidad en el primer turno de la mañana. Algo no funcionaba bien en uno de los silos en los que se almacena el carbón, por lo que un grupo de entre 10 y 15 operarios, encabezados por el ingeniero y el jefe de mantenimiento mecánico de la fábrica se trasladaron hasta la zona –en la que normalmente no hay trabajadores-. Una vez allí, detectaron que el silo había cedido unos centímetros y que la cinta en la que se transporta el carbón triturado que cae del silo para transportar el mineral hasta los hornos no rodaba bien. Decidieron cortar unos centímetros la tolva –que es la parte de embudo en la que termina el silo- como habían hecho en otras ocasiones. La operación llevó más tiempo de lo previsto y los operarios, que debían salir a las 15.00 horas se quedaron arreglando la avería.
La voz de alarma saltó a las 16.05 horas, cuando se oyó un gran estruendo en la fábrica. El silo, de unos ocho metros de altura, se desplomó sobre los trabajadores y la imagen resultante presagiaba lo peor. La empresa llamó a los servicios de emergencias, que movilizaron a más de 100 operarios en un abrir y cerrar de ojos. En pocos minutos, rescataron de los escombros a dos heridos muy graves –uno de ellos falleció en el helicóptero, al ser trasladado al Hospital Virgen de las Nieves de Granada y otro dejaría de luchar por su vida casi dos meses más tarde, el uno de septiembre, cuando falleció en el Hospital de Torrecárdenas-. También aparecieron los cadáveres de otros dos trabajadores de Holcim y otros tres heridos de diversa consideración. Pero las cuentas no salían y el ingeniero de la planta no aparecía.
Mientras que efectivos de rescate y trabajadores que habían resultado ilesos buscaban entre los escombros para localizar al ingeniero, los familiares de los heridos y las víctimas recibían atención psicológica en las oficinas de la fábrica. La consejera de Gobernación, Evangelina Naranjo, que disfrutaba de sus vacaciones en Cabo de Gata, se trasladó de urgencia hasta la fábrica, para apoyar a los familiares y el propio consejero de Empleo, Antonio Fernández, emprendió viaje desde Sevilla nada más obtener las primeras noticias del grave siniestro.
Había hombres cuyas mujeres estaban a punto de dar a luz, recién casados y personas que habían dado la vida por la fábrica de Carboneras. Ante todo, el accidente truncó, de golpe, la vida de cinco familias y tiró por tierra los planes de prevención de una de las empresas que más invierte en este apartado y, sobre todo, más efectiva, ya que le faltaban escasos días para cumplir un año sin un solo accidente laboral.
Todavía no se han conseguido desentrañar las causas exactas del accidente, aunque los técnicos ya han detectado que la tolva estaba mal soldada.
En el caso del accidente de la fábrica de Briseis, los testimonios de los trabajadores detectan cierta dejadez de los responsables, que permitieron que los trabajadores continuaran trabajando en la fábrica a pesar de que había una fuga de alcohol. Apenas dos meses después del accidente de Holcim, la provincia volvía a prepararse para despedir a más víctimas en el tajo.
A las 15.56 horas se registraba una gran explosión en la fábrica de perfumes de Benahadux. La deflagración sorprendió a numerosos trabajadores que recogían con cubos el alcohol derramado que les cubría los pies por una fuga en una de las tuberías. El fatal accidente se produjo cuando el líquido inflamable llegó a uno de los cuadros eléctricos y desencadenó el incendio que acabó por calcinar las instalaciones. El accidente se saldó, en principio, con 11 heridos. Pero la gravedad de las quemaduras acabó con la vida de dos trabajadoras. Una de ellas, con más del 90 por ciento de su cuerpo calcinado, falleció horas después de la deflagración, mientras que otra no pudo reponerse de sus heridas en el Hospital Carlos Haya de Málaga y falleció casi un mes más tarde.
Los dos accidentes se cobraron vidas, pero también asestaron un duro golpe a dos de las principales industrias. Holcim llegó a parar los hornos y recuperó poco a poco la normalidad. Briseis tuvo que emprender un expediente de regulación de empleo y comienza a levantar otra vez la estructura de esta fábrica, mientras mantiene las actividades comerciales y contrata la producción a terceros.
El tercer golpe a la industria almeriense llegaba a finales del año, cuando los trabajadores de DSM Deretil estallaban y acudían a los medios de comunicación para denunciar su situación desesperada. Ningún accidente ha mediado en los problemas que sobrevuelan la fábrica de Villaricos. En este caso, cuatro años de pérdidas han llevado a la empresa a diseñar un plan de reestructuración que contempla el cierre de dos de las siete plantas que hay en la pedanía de Cuevas del Almanzora, 40 despidos y el traslado de parte de la actividad al ‘monstruo’ de China. Los trabajadores, que protagonizaron una dura jornada de huelga a las puertas de la industria de derivados químicos no creen en los planes de futuro de la empresa y hablan de un desmantelamiento de las instalaciones de Villaricos, que acabará con el cierre de la fábrica.
Primero se cerró la unidad de investigación, después de que los proyectos que se habían puesto en marcha no dieran frutos. Más tarde, DSM Deretil ha formado dos ‘joint-venture’ con empresas chinas, para producir en el país asiático lo que todavía hacen en Almería. Y los despidos llegarán el próximo año. La empresa apunta, como causas de este declive, la pérdida de competitividad, la fuga de su competencia a China, donde los costes son más bajos y la dificultad de comprar y producir en euros y vender en dólar –con la subida de este tipo de cambio-. Pero para la mayoría de los trabajadores se trata de un problema de gestión. Empleados que han ‘echado los dientes’ en esta fábrica aseguran que son los actuales responsables de DSM Deretil encabezados por José Cano, los que no saben hacer rentable esta fábrica.
Habrá que esperar algún tiempo para ver la evolución de estas tres industrias a las que el año 2007 ha dejado duras heridas que tardarán en curar. Mientras tres de las insignias de la industria almeriense buscan las claves para levantar cabeza, los máximos responsables políticos y económicos de la provincia tratan de poner en marcha un ambicioso plan que amplíe el espectro de la producción industrial en la provincia.
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