La búsqueda de iniciativas turísticas alternativas al sol y playa ha llevado a empresarios y administraciones a apostar por un nuevo modelo: el turismo de golf. Se trata de romper con la estacionalidad de este sector que debido a la competencia actual pasa por momentos difíciles. Lo que en principio ha sido visto como una oportunidad de negocio por los empresarios hosteleros ha sido criticado por los ecologistas. Y es que se preguntan: ¿hasta qué punto este turismo residencial de golf es rentable?, ¿ hay tanta demanda que son necesarios en Almería al menos ocho campos de golf?. Son preguntas que seguro aficionados a esta actividad  no tardarían en responder.

Una de las respuestas sería que los jugadores de golf son muy dados  a buscar su “hoyo en uno”, en diferentes campos porque  les plantean nuevos retos. Los hosteleros hablan de que sin urbanizaciones alrededor de estos campos no sería rentable la actividad de los mismos. De ahí la explicación de que cada instalación conlleve un residencial anexo. Esta fiebre golfista tiene una repercusión directa en el sector de la construcción, ya que la demanda de segundas residencias vinculadas a estos complejos deportivos de lujo tiene previsto que crezca a razón de 30.000 unidades anuales hasta 2008. Por ello, el interés de promotores y hoteleros en una actividad que genera en nuestro país más de 2.300 millones de euros al año.         

Almería es una provincia atractiva para esta actividad. No en vano está enmarcada, junto con Murcia, en “la costa del golf”. El buen clima que reina en nuestra tierra es un atractivo imprescindible para este deporte. Británicos y alemanes con elevada capacidad de gasto, principalmente, hacen su periplo por los campos de golf de nuestra provincia, situados: en Retamar, Alborán Golf; en Turre, Cortijo Grande Club de Golf; en Cuevas del Almanzora, Desert Springs Golf Club; en El Ejido, Golf Almerimar; en Roquetas de Mar, Club de Golf Playa Serena; en Vícar, Club de Golf La Envía; en Vera, Golf Valle del Este; en Mojacar, Marina Golf…….

Otra cuestión que genera debate  es acerca  del mantenimiento y riego de los campos de golf. Aunque el turismo de golf está considerado como turismo natural, muchos lo critican por el consumo de agua y el desarrollo urbanístico que conlleva esta actividad. Argumentos que van acompañados de que suponen  un riesgo para la flora y fauna autóctona. Lo que es cierto es que la legislación vigente obliga a que el riego se haga con agua reciclada o proveniente de pozos de agua no potable. Es posible que alguno  no cumpla con la legislación. Según Los Verdes “ el impacto en consumos de agua directos del césped podría superar los 300 hectómetros cúbicos” .Los efectos del tratamiento del césped también son criticables por parte de biólogos, quienes aseguran que pueden ocasionar amenazas de contaminación por la utilización de productos químicos. 

El “Swing” de la Junta

El año 2008 ha comenzado en este “green” con la aprobación por parte de la Junta de Andalucía de un decreto,  que se puede llamar el “swing”. La Administración autonómica ha movido el palo para golpear a la bola o para ensayar. Con este texto pretende establecer un equilibrio entre los intereses económicos, turísticos, inmobiliarios y medioambientales de Andalucía. Los Verdes de Andalucía ya lo han calificado de “falso”, el portavoz regional, Andrés Sánchez habla de que nada se hace para evitar que los campos de golf sean la excusa a la creación de nuevas urbanizaciones. A través de este documento, la Administración ofrecerá a los promotores la posibilidad de incluir viviendas en sus futuras construcciones. A cambio deberán garantizar la calidad técnica del campo y su integración con el entorno.

Con esto se quiere aplicar un “bunquer”, es decir poner  un obstáculo en el  césped  para  que los campos no sean la excusa para recalificar suelos y vender casas. Los proyectos deberán acreditar su bajo impacto medioambiental con planes de reforestación, de integración de la fauna, de reciclaje o de empleo de energías renovables. En el capítulo del agua, el texto exige la puesta en marcha de una estación meteorológica de control y la construcción de lagos conectados con un sistema de riego y con capacidad de almacenamiento superior a 100.000 metros cúbicos.

Aun quedan muchas dudas sobre la mesa: ¿cuántas viviendas podrán  construir estos promotores, que cumplan con los requisitos, juntos a los campos de golf? y ¿qué control se realizará para comprobar que los campos de golf actuales se adapten a estas exigencias?...Cuando se haya encontrado respuestas a estas y otras cuestiones el turismo de golf habrá alcanzado “su hoyo en uno”.