Sentado en el muelle de la bahía, justo cuando se contraen las luces del sol y aparece el reino de lo artificial, los reflejos sobre el agua juegan como niños creando alargadas imágenes a veces imaginarias, de lo que fue aquel año vivido intensamente en el que un grupo de apasionados de la radio trazamos un plan para homenajear su llegada a Almería diseñando actividades que mostraran con imágenes aquellas fronteras que traspasa la radio con naturalidad hasta convertirse en parte de nuestras vidas. Marvin Gaye, compuso aquella evocadora canción cuyo título recuerdo al inicio, seguro que en aquel entonces ni imaginaba que sus discos formarían parte de la cesión del código genético de Radio Almería; su música, la música es uno de los tesoros de una emisora de radio cuya genética está llena de notas musicales que a su vez han adornado nuestras vidas. Han sido innumerables los momentos que enmarcaría hasta convertirlos en inolvidables pero el espacio aquí, como la vida, tiene establecidos unos límites, por lo que solo citaré algunos de los momentos que almaceno como referencia de tantos otros que merecían el mismo recuerdo.
Algunos momentos inolvidables
Con la entrega de la discoteca de Radio Almería al Ayuntamiento ofrecimos una banda sonora construida
con materiales resistentes a la degradación del tiempo; emociones, tristezas, ilusiones, decepciones, declaraciones de amor que forjaron nuevas declaraciones y estas, a su vez, otras hasta completar varias generaciones, dedicatorias para una reconciliación, mensajes de servicio público. Cuantas historias han corrido junto a la vida quedando forjadas entre los surcos de un vinilo y ya pertenecen al mágico mundo en el que habitan los instantes vividos que han sido capaces de conmovernos. La llegada de la radio desordenó el concepto del tiempo tal y como era concebido. En ese momento comenzó a sentirse instantáneo, la información ocurrida en cualquier parte del mundo sería conocida en ese mismo instante a miles de kilómetros hasta propiciar la desaparición de las fronteras, uniendo lejanas latitudes, conectando sueños de libertad para la gente. Un gran aplauso a la radio, a esta ciudad y su provincia, a su gente por permitirnos formar parte de su entorno a aquellas personas que con sus anhelos, tesón, generoso esfuerzo han participado en la construcción de este gran edificio inaugurado hace 75 años. Esa clausula se convertiría en nuestra guía durante toda la celebración del aniversario para este pequeño ejército entregado a la causa de la comunicación. Esa es la primera elección del azar situar en el mismo plano de lugar y tiempo a un grupo de locos por un mismo ideal. Uno modestamente cree que si talento y virtudes individuales las ponemos al servicio del equipo, la voz solo será una, pero tendrá la fortaleza de todos. Allí conviven ortodoxia y genialidad, orden y desorden, opinión y respeto al servicio del trabajo en equipo. Ellos compañeros de Radio Almería han sido los verdaderos responsables de un año de obediencia a la pasión por la radio.
Noche en el Apolo
Conservo como un momento inolvidable, cada uno de los momentos vividos el día que Apolo, cobrando todo su poder, nos quiso regalar una noche mágica en el teatro que lleva su nombre en el homenaje a todas las personas que contribuyeron al desarrollo de la radio en Almería. Ellos nos entregaron el testigo de su esfuerzo utilizando la ilusión como agitador incombustible desde el que alcanzar las más altas metas. Cada vez que nos asomamos a una emisora de radio sentados ante un micrófono sabemos que nuestra voz no está sola, detrás de ella siempre están sus voces entroncadas a la nuestra, su herencia es un legado de anhelos, de sueños posibles, de conquistas, de exploradores en territorio amigo.
Compañeros
En mi memoria asaltan nuevos recuerdos, los viajes con Moncada, a nuevas presentaciones de las tres exposiciones itinerantes que rotaron por la provincia, de Curri que esperó que bajara el telón del aniversario para marcharse sin despedirse, los llenos sin protocolo de las conferencias, ... Los momentos con los conferenciantes. La risa compartida cuando la patrona del chiringuito de El Alquian confundió a Fernando Ónega con Florentino Pérez. Las charlas compartidas con otros enamorados de la radio como Carlos Alsina a quien, a la segunda cerveza, ya le habíamos jurado lealtad eterna. El 75 aniversario nos dejó la mágica visita al hogar de la noche con Bruno Cardeñosa de guía, noche de conspiraciones y
ovnis. Mis recuerdos sonríen si se recuestan en el orgullo de haber congregado en el Apolo a las voces, los técnicos, los hombres y las mujeres que han sido radio en Almería. De haberlos premiado festejando la radio, sin siglas, sin filias y por supuesto sin fobias. El radioteatro con su sabor a ficción, a formato olvidado. Son tantos los momentos y tantas las estampas que ha conservado mi mente. Que al acabar estas líneas sólo una sensación me invade: La envidia sana que me da la persona a quien le toque coordinar el centenario de la radio en esta esquinita de España, que rima con paraíso y que se llama Almería.