No nos engañemos. Todo el mundo tiene claro cuáles son los principales problemas de del periodismo: la crisis, el paro, el intrusismo laboral. Precisamente estas cuestiones son las que más preocupan a los colegas de la profesión, según señaló el profesor de la Universidad de Málaga, Pedro Farias, en el marco del IV Congreso de Periodistas de Andalucía, cuando estaba aportando los resultados del último informe realizado sobre la profesión periodística.
Sin embargo, siempre se nos escapa algo a los propios integrantes de este grandioso trabajo a la hora de llevar a cabo un análisis sobre el mismo y ese algo no es otro que el de hacer una autocrítica sobre las prácticas profesionales (o antiprofesionales) que se nos presentan a muchos en el día a día. Y concretamente me refiero a la realidad de los gabinetes de comunicación y de manera más específica a las asesorías de comunicación, que independientemente de su profesionalidad, también se ven sometidas al mercadeo que hoy existe en torno a la información local.
Uno de los muchos pilares que se tambalean en la actualidad de la profesión son las fuentes. El periodista precario, sobrecargado de tarea y convertido en “hombre-orquesta”, se dedica diariamente a cubrir ruedas de prensa, trabajar con comunicados, etc. En definitiva, está sometido a la agenda que marcan cada día los gabinetes de comunicación. Como consecuencia, obtenemos un periodismo pobre en recursos, epidérmico, que olvida la investigación, el contraste y como consecuencia, la veracidad. He aquí uno de los problemas del periodismo: el periodista mismo. Debemos revelarnos contra el sedentarismo, contra el periodismo de oficina, salir a la calle, plantar cara a las agendas mediáticas y ser nosotros quienes marquemos el ritmo de la información. Y eso significa hablar claro a los jefes y dejar de tragar tanto, ser fieles a lo creemos que es el periodismo y por supuesto, unión entre nosotros.
El otro problema es que ciertamente, los gabinetes de comunicación han sabido aprovechar las debilidades del periodismo actual y, como afirma Txema Ramírez, “forman parte del proceso productivo de la noticia y pueden condicionar incluso las sucesivas fases de la producción periodística”. A pesar de todo ello, parece que los periodistas, en general, ven con cierto recelo esa incesante actividad de los gabinetes. En este sentido, se manifestó el periodista Miguel Ángel Blanco en las I Jornadas “El ocaso del periodismo”, cuando hablaba del estado de la cuestión periodística en Almería. Blanco afirmó que “estamos haciendo un periodismo en Almería a base de ruedas de prensa y comunicados […] que junto a otros factores han llevado al periodista a desconocer lo que pasa en la calle, porque está inmóvil ante el ordenador”. También es destacable su referencia hacia los corresponsales de prensa en la provincia, de quienes afirmó que hoy “están en su mayoría vinculados a los gabinetes de los ayuntamientos, de ahí que la información de estos municipios gire en torno a lo que hace el gobierno local”[1].
Es curioso que una de las afirmaciones aportadas por Miguel Ángel Blanco coincida con uno de los resultados obtenidos en un estudio que fue realizado por la que suscribe, y en el que trataba de analizar el papel que desempeñan las asesorías de comunicación en la rutina diaria del periodismo de Almería. Blanco dijo que incluso el periodista llega a firmar con su nombre los comunicados que recibe y lo cierto es que en este estudio, que analizó durante un mes cómo se publicaban los comunicados que enviaban estas empresas a los medios escritos, se desveló que la tendencia de copiar el comunicado en los tres periódicos de Almería (La Voz de Almería, El Diario de Almería e Ideal) se sitúa en torno al 40% y 53%. Unos datos que contrastan con las respuestas de los periodistas a unas encuestas, en las que un casi 63% afirmó que prefiere ampliar el comunicado con otras fuentes. Sólo un 3’70% reconoció que copiaba el comunicado. Sin embargo, sólo el 18,51% firma estas informaciones con su nombre, pues la tendencia general (81,48%) es firmarlas con el nombre del periódico o con la palabra “Redacción”, recurso que utilizan los periódicos cuando se trata de informaciones no elaboradas por el periodista.
Otra opinión de los periodistas que participaron en esta encuesta fue que el 62,96% piensa que estos comunicados procedentes de las empresas de comunicación de Almería están redactados en un estilo demasiado publicitario y/o propagandístico, aunque no dudan de su credibilidad. No obstante, en el seguimiento que se realizó de la publicación de los comunicados, es llamativo el dato de que casi el 50% de los 275 comunicados enviados durante el mes de estudio no salió publicado en ese periodo.
El tercer gran paso de este estudio fue contrastar algunos de estos datos con los gerentes de estas asesorías, de quienes obtuvimos diferentes opiniones acerca de este último resultado sobre la publicación de sus comunicados. Por un lado, sí se reconocía el problema de conseguir su aparición en los medios impresos cuando se trataba de noticias que provenían de una empresa, pero por otro lado, se nos aseguró, desde otra asesoría, que en el seguimiento de prensa diario que realizaban no habían detectado ese problema.
Estos datos se pueden interpretar como la punta de un iceberg que, si lo explorásemos más detenidamente, nos podría aclarar muchas sombras en torno a la dicotomía asesorías-prensa: ambas empresas que, ante la presión de la crisis del “dinero”, han llegado a ser partícipes de artes poco éticas para la profesión con tal de garantizar una serie de ingresos que nada tienen que ver con el producto con el que trabajan: una información libre, veraz, contrastada y de interés público. Una situación que nos lleva a preguntarnos ¿hasta qué punto se negocia lo que sale publicado en los medios?